Ignacio Chavez es goyano y está radicado en Buenos Aires hace tres años. Se recibió de instrumentador quirúrgico y, actualmente, estudia la Tecnicatura en Anestesia en la Universidad de Buenos Aires. Decidió sumarse al estudio “para aportar algo a la humanidad, para no ser siempre de los que nos beneficiamos de los logros de la ciencia sin sumar de nuestra parte”.
Se trata de la vacuna preventiva del Sars-Cov-2 -el virus que provoca la COVID-19- en el marco de un estudio de fase III que llevan adelante Fundación Huésped junto a Vacunar para probar su eficacia. La investigación incluye 3000 personas voluntarias, mayores de 18 años, que por su historia clínica y examen físico tengan un buen estado de salud y sean elegibles.
“En lo personal la idea me surgió viendo un noticiero por televisión. Se emitió la entrevista a una joven que era voluntaria y comentaba su experiencia. Me generó mucha curiosidad, habían pasado meses de pandemia en Argentina, había mucha incertidumbre y no sabía nada de estos estudios en el país”, explica Ignacio sobre la primera inquietud que sintió al respecto.
“Un día vi en el celular una nota publicada por el diario Página 12, donde se decía que Fundación Huésped buscaba voluntarios para esta vacuna. Me zambullí en el tema, leí todos los detalles y con gran curiosidad, completé un formulario en la página de la fundación. Un mes después me llamaron e hicieron la primera entrevista telefónica con alrededor de 100 interrogantes sobre mi salud. Se profundizó en un registro sanitario que detallaba mi historia clínica desde que nací y todos los antecedentes familiares”, continúa.
Se trata de un estudio aleatorizado (recibir la vacuna o el placebo dependerá del azar), de doble enmascaramiento (ni la persona voluntaria ni el equipo investigador saben si recibió la vacuna o el placebo), controlado con placebo (una sustancia inerte), en grupos paralelos para evaluar la inmunogenicidad (la capacidad de activar el sistema inmune) y la seguridad de una vacuna inactivada.
La vacuna fue desarrollada por el CNBG (China National Biotech Group) en colaboración con el BIBP (Instituto de productos Biológicos de Beijing). El BIBP es un instituto precalificado por la OMS (Organización Mundial de la Salud), es el principal fabricante de vacunas de China y el único Instituto que cuenta con la aprobación regulatoria de Bioseguridad Nivel 3 para la fabricación de vacunas a base de cultivo de virus.
El patrocinador del estudio en Argentina son los Laboratorios Elea-Phoenix, una empresa de capitales nacionales fundada en el año 1939 que desde sus comienzos se ha dedicado a la Investigación y Desarrollo de terapias para la salud humana, priorizando la calidad y accesibilidad.
Sobre los procedimientos que siguieron a ese primer llamado, detalla: “A los 2 días se comunicaron para confirmarme un turno presencial. Los responsables del estudio me mandaron un auto privado para ir y lo siguen haciendo en cada encuentro. Fui a la sucursal donde me citaron, me hisoparon y me hicieron un análisis de laboratorio completo. Con todos los resultados, tuve otro encuentro con el médico que se me asignó y con él repasé todos los puntos del consentimiento que debía firmar. En el documento se aclara que toda la responsabilidad de mi salud es de ellos, durante el año que dura el estudio. Ahí terminé de tomar conciencia de la importancia del tema, de su magnitud”.
Luego de aceptar todos los requisitos, el paso siguiente fue la extracción de sangre previa a la colocación de la primera dosis en el mes de agosto, lo que permite comparar los anticuerpos antes y después.
“En esos días, me instalé una aplicación en el teléfono al que llegan cuestionarios, donde diariamente tengo que exponer mi estado de salud general. Incluso una vez se comunicó conmigo la directora del estudio, la Doctora Florencia Cahn, para saber si iba todo bien”, explica.
Pasaron 21 días y llegó la segunda dosis. Siempre en un encuentro previo, el médico evalúa peso, pulmones, detalles personales y realiza la extracción de sangre.
“Después de la segunda dosis, hay que ir dos veces más para extracción de sangre, a los 15 y a los 30 días. Luego cada cierto tiempo se vuelve a extraer sangre para chequear proporción y calidad de los anticuerpos. Efectos secundarios en general, no tuve. Un poco de dolor en la zona de aplicación y algo de fatiga que ya me anticiparon que sentiría”.
Las distintas fases de estudio, en este caso, culminan en agosto de 2021. Cuando se podrán observar los resultados, que son analizados y estudiados en China; país al que se envían todas las muestras.
Ante la consulta sobre el temor a lo desconocido su respuesta es contundente: “Confío en la ciencia y en lo que están haciendo. Mi mayor motivación ahora es aportar algo para salir adelante en esta situación tan difícil, sumar para la humanidad, hacer algo que nos mejore la vida a todos. Quise dar el primer paso y no acceder directamente al beneficio, no quise quedarme de brazos cruzados”, finaliza.
Testimonios como el de Ignacio, multiplicado por miles de voluntarios alrededor del mundo, nos esperanzan en un final que nos permita redescubrirnos como humanidad, en un futuro no tan lejano.